Me llevaste rápidamente a tu coche después de la jornada laboral. Ese día hacía calor y llevabas un ajustado top en el que se podía adivinar tus pechos bien jugosos. Esos pechos que me habían vuelto loco durante todo el día y que no paraba de mirarlos, siguiendo su evolución y notando cada cambio de posición bajo ese top.
Cuando me llevaste al coche sabías perfectamente lo que iba a pasar, metiste la llave para arrancar el coche, me miraste y salimos rápidamente hacia tu apartamento. En el trayecto te mostraste tan indiferente como casi todo el día, sólo te fijabas en el tráfico y de vez en cuando en cambiar de emisora de radio. La conversación bastante casual, sobre el trabajo y lo que quedaba pendiente para el día siguiente. Mientras tanto el aire acondicionado del coche había puesto visibles tus pezones marcándolos bajo ese top ajustado.
En 30 minutos llegamos a tu casa, un edificio de nueva construcción en los límites de la ciudad. Subimos por el ascensor y la conversación en ese reducido espacio no existió. Por fin el ascensor se detuvo, el indicador marcaba el 4º y las puertas se abrieron. Te dirigiste a la tercera puerta y metiste la llave con la misma decisión que cuando fuimos al coche. La puerta se abrió y desde el pasillo se pudo ver algo de claridad en el fondo.
Me invitaste a pasar y cuando pasaste cerraste la puerta tras de tí. Colgaste el bolso en un perchero que tenías colocado a la derecha de la puerta. Tras dejar el bolso, te acercaste y de un salto rodeaste mi cuerpo con tus piernas mientras que tus sandalias se caían a mis espaldas. Me comenzaste a besar desde una postura elevada y sujetándome la cara entre tus manos.
Como no podía aguantar más el equilibrio te apoyé contra la puerta que era la superficie más cercana. Allí seguimos besándonos de manera rápida y frenética mientras que poco a poco ibas perdiendo tu postura privilegiada y te ibas poniendo a mi misma altura.
Tus pies volvieron a tocar el suelo, cuando sucedió eso, aprovechaste para desbrocharme los pantalones y quitarte los tuyos y volver a la postura anterior. Me abrazaste la cabeza con fuerza y cuando tenías tu boca cerca de mi oido me susurrastes "¡¡Fóllame vaquero!! Tus órdenes fueron complacidas, follamos apoyándote contra la puerta. Con tus tetas saliéndose del top por culpa del movimiento frenético y no paramos hasta que dejaste de emitir gemidos y tu espalda estuvo tan mojada que se pegaba a la puerta.
Entonces, te bajaste de la montaña rusa, recogiste tu ropa del suelo y desapareciste por el pasillo dejándome en una situación bastante ridícula.
Cuando me llevaste al coche sabías perfectamente lo que iba a pasar, metiste la llave para arrancar el coche, me miraste y salimos rápidamente hacia tu apartamento. En el trayecto te mostraste tan indiferente como casi todo el día, sólo te fijabas en el tráfico y de vez en cuando en cambiar de emisora de radio. La conversación bastante casual, sobre el trabajo y lo que quedaba pendiente para el día siguiente. Mientras tanto el aire acondicionado del coche había puesto visibles tus pezones marcándolos bajo ese top ajustado.
En 30 minutos llegamos a tu casa, un edificio de nueva construcción en los límites de la ciudad. Subimos por el ascensor y la conversación en ese reducido espacio no existió. Por fin el ascensor se detuvo, el indicador marcaba el 4º y las puertas se abrieron. Te dirigiste a la tercera puerta y metiste la llave con la misma decisión que cuando fuimos al coche. La puerta se abrió y desde el pasillo se pudo ver algo de claridad en el fondo.
Me invitaste a pasar y cuando pasaste cerraste la puerta tras de tí. Colgaste el bolso en un perchero que tenías colocado a la derecha de la puerta. Tras dejar el bolso, te acercaste y de un salto rodeaste mi cuerpo con tus piernas mientras que tus sandalias se caían a mis espaldas. Me comenzaste a besar desde una postura elevada y sujetándome la cara entre tus manos.
Como no podía aguantar más el equilibrio te apoyé contra la puerta que era la superficie más cercana. Allí seguimos besándonos de manera rápida y frenética mientras que poco a poco ibas perdiendo tu postura privilegiada y te ibas poniendo a mi misma altura.
Tus pies volvieron a tocar el suelo, cuando sucedió eso, aprovechaste para desbrocharme los pantalones y quitarte los tuyos y volver a la postura anterior. Me abrazaste la cabeza con fuerza y cuando tenías tu boca cerca de mi oido me susurrastes "¡¡Fóllame vaquero!! Tus órdenes fueron complacidas, follamos apoyándote contra la puerta. Con tus tetas saliéndose del top por culpa del movimiento frenético y no paramos hasta que dejaste de emitir gemidos y tu espalda estuvo tan mojada que se pegaba a la puerta.
Entonces, te bajaste de la montaña rusa, recogiste tu ropa del suelo y desapareciste por el pasillo dejándome en una situación bastante ridícula.
SUPONGO QUE YO ME HUBIERA SENTIDO IGUAL DE RIDICULA.JAJAJAJAJA
ResponderEliminarEN FINS,COSAS QUE PASAN. LO PASASTES BIEN?
UN SALUDO
calor si ke me ha entrado ami al leer lo de la puerta grrr y eso que hace frio
ResponderEliminarUn besin